La autoridad se delega, la responsabilidad no. Compartir la Educación de los hijos


 La autoridad se delega, la responsabilidad no.  Compartir la Educación de los hijos
La familia es responsable de brindar a sus hijos un ambiente armónico, pleno de amor, atención, apoyo  y seguridad, tanto moral como material, que facilite el pleno desarrollo de su personalidad, estableciendo parámetros claros de reglas, normas, principios, disciplina y limites  que permitan el máximo desarrollo de sus capacidades y aptitudes. Con una comunicación abierta y respetuosa que les permita expresar impresiones, opiniones y juicios libremente, compartiendo los diferentes puntos de vista de los integrantes de grupo familiar,  lo cual les  permitirá ampliar su capacidad de tolerancia a la diversidad y su empatía, incrementando su cultura general y creando las bases para ir  definiendo el camino de vida que escogerán para sentirse realizados y felices.
Esta maravillosa tarea de los padres es una responsabilidad indelegable. Podemos delegar en otros algunas tareas relacionadas con la educación de los hijos, delegando la autoridad necesaria para que pueda garantizarse el cumplimiento de esas tareas, sin embargo debemos estar plenamente conscientes de que la responsabilidad será ineludiblemente nuestra, esto es: La ejecución de tareas relacionadas con la educación de los hijos se podrá  delegar, con la autoridad requerida para garantizar su ejecución, mas la responsabilidad será siempre de los padres.
Sabiendo entonces que los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, deseamos su felicidad, su prosperidad, una vida llena de amor y que alcancen su pleno desarrollo, no podemos excusarnos en la falta de tiempo, el exceso de trabajo o las preocupaciones para descuidar nuestra atención en su bienestar.
No podemos, simplemente, ceder a otros, de forma ligera, la responsabilidad de la formación y educación de nuestros hijos entregándolos sin supervisión ni orientación  al cuidado de  familiares, abuelos, tíos, hijos mayores, vecinos, personal domestico o cuidadoras. No debemos incorporarlos a todo tipo de actividades extracurriculares, deportivas, culturales para llenar su tiempo sin que los acompañemos compartiendo con ellos la evolución de estas actividades, sus comentarios, sus angustias y sus satisfacciones.
Justificándonos en que hay mayor seguridad para nuestros hijos cuando permanecen en nuestros  hogares, dejamos que ocupen su  tiempo libre permitiéndoles el acceso libre y no controlado o supervisado a los programas de televisión, cable, películas,  video juegos o uso de internet, sin tomar en consideración que pudiéramos estar abriendo la posibilidad de la entrada prematura en su vida de elementos de violencia, acoso, distracción de sus objetivos de desarrollo, elementos de sexo,  la exaltación de valores o actitudes negativos, insensibilización ante manifestaciones de agresión, injusticia  o violencia, no estando maduros para manejar apropiadamente este tipo de información.
Cuando no hemos podido ser capaces de enseñar a nuestros hijos, en el seno de nuestro hogar,  principios, normas de comportamiento y valores no debemos pretender que los maestros sean capaces de suplir esa deficiencia.  Debe ser desde el hogar que se establezcan las bases de comportamiento que  posteriormente o paralelamente serán reforzadas en el ámbito escolar. Debemos evaluar cuidadosamente la escuela escogida para  la educación de  nuestros hijos. En ella deben reinar los mismos principios, valores,  normas y disciplina compartidas por la familia. Debe existir un óptimo grado de confianza  en la capacidad, la integridad, el conocimiento de los integrantes de la institución que hemos escogido y en especial en los profesores quienes ejercerán la autoridad que les hemos delegado para desarrollar las capacidades de nuestros hijos.
Los padres, como líderes de la familia, debemos asegurar los  resultados. Nuestra continua acción orientadora, en un ambiente de franca comunicación con nuestros hijos y una oportuna supervisión sobre su desempeño, nos permitirá intervenir a tiempo y establecer los correctivos que fuesen necesarios  para garantizar el éxito de su formación,  reconociendo nuestra responsabilidad en cualquier desacierto, fracaso,  desviación negativa de sus acciones o en el logro de haber sido capaces de contribuir a la   formación de  un ser pleno, feliz, útil a la sociedad.
Konekataremba, haz que todo sople a tu favor  

No hay comentarios:

Publicar un comentario