Desencadenantes de ansiedad en niños y adolescentes.
Cambios en las rutinas. Los seres humanos apreciamos la sensación de
seguridad que producen mantener algunas actividades rutinarias. Sin embargo, reconocemos
que nuestra capacidad de adaptación es uno de los recursos que más nos ayuda a
progresar en la vida.
Los cambios o
interrupciones en las rutinas básicas o regulares de nuestros hijos pueden desencadenar
malestar, sensación de pérdida del control del entorno, pérdida de confianza en su capacidad de manejarse de manera adecuada
en las actividades rutinarias, expresando su incomodidad o inseguridad a través
de actitudes de evasión, disminución del rendimiento escolar, depresión, manifestaciones
de rabia por situaciones de poca
relevancia o la aparición de síntomas de estrés.
Debemos estar
atentos de monitorear las reacciones de nuestros hijos, en especial, en los periodos de cambio de
preescolar a educación básica, de básica a
media, de media a universitaria ,
en los cuales se generan cambios en horarios, vestuario, niveles de exigencia,
cambios de las instituciones educativas,
de maestros o profesores, de grupos de compañeros, de territorio, de salones,
de materias. Debemos acompañarlos en su proceso de adaptación, brindándoles el
apoyo necesario para que se sientan seguros y motivados a disfrutar de esas
nuevas experiencias.
La necesidad de aceptación en los grupos. Para evitar el aislamiento e incrementar su sentido
de seguridad y pertenencia, los niños y jóvenes tienden a buscar su
incorporación en los grupos. Es por esto que imitan la forma de vestir, de
hablar, los gestos, la manera de peinarse, la forma de actuar y los valores de
los grupos dominantes en sus colegios o entre su grupo de amigos o vecinos.
Como padres, debemos estar atentos a observar si los comportamientos imitados
facilitan el desarrollo de sus habilidades y destrezas o si la necesidad de ser
aceptados a ingresar en los grupos produce angustia o demanda en ellos la incursión en actividades
que ponen a prueba sus valores y principios. En este último caso, será
necesaria la intervención oportuna para redireccionar sus actuaciones en sentido positivo.
La crítica o la falta de apoyo a sus intereses. Las continúas
expresiones de desaprobación de los padres y maestros a las manifestaciones de
interés de los niños y adolescentes en determinadas actividades e intereses
particulares, pueden causar tal grado de ansiedad y frustración en ellos que
generen marcas en su personalidad que los afectarán hasta su vida adulta. De
allí la importancia de conocer las habilidades, destrezas e intereses de
nuestros hijos y tener la apertura necesaria para apoyarlos en su búsqueda de
desarrollo personal, sin que nuestros intereses y prejuicios limiten su vida.
El miedo a no dar la talla. La falta de seguridad en la capacidad de resolver una nueva situación o
el temor a que su grado de dificultad
sea elevado, hace que se eviten las
posibilidades de enfrentarse a ella.
Esto puede explicar la negativa del niño o adolescente a participar en nuevas
actividades deportivas, artísticas, competencias o cualquier actividad que lo
haga sentir inseguro de su capacidad de desempeñarse con comodidad y experticia
en ella. Debemos disminuir nuestro grado
de exigencia y acompañarlos a incursionar en nuevas actividades, sin presión,
apelando al disfrute de nuevas experiencias, evitando que nuestros hijos se
inhiban de participar, generándoles angustias por nuestro nivel de
expectativas.
Brindemos el apoyo
a nuestros hijos para que se sientan seguros de nuestro amor y acompañados en
cada etapa de su vida. Deben saber que estamos dispuestos a escucharlos y a
compartir sus inquietudes cuando nos lo soliciten. Ayudemos a capacitarlos para que sean capaces de conocer
a través de la auto observación sus características, sus fortalezas, a que
estén conscientes de su Ser, para que
guíen su energía por el camino que les permita alcanzar una vida plena, próspera y armónica.
Konekataremba, haz que todo
sople a tu favor
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